Saturno me empezó a devorar los dedos
tú mientras tanto recolectabas soles,
merendabas soles.
Saturno me mordió los codos
examinó mis hombros con la lengua,
tú desdoblabas el cielo y escribías poemas.
Saturno me masticó el cuello y preguntó por mis prolongaciones,
con mi garganta en la boca le hablé de tu ida
le hablé y hablé
le pedí que tragara
y que la próxima vez
empezara por los pies.
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